Couceiro, M.E., Singh, V., Valdiviezo, M.S., Tejerina, M., Zimmer, M.C., 2015. Inseguridad alimentaria familiar percibida por mujeres embarazadas, atendidas en el primer nivel de atención de la ciudad de Salta, Argentina. Antropo, 34, 13-22. www.didac.ehu.es/antropo


 

Inseguridad alimentaria familiar percibida por mujeres embarazadas, atendidas en el primer nivel de atención de la ciudad de Salta, Argentina

 

Household food insecurity perceived by pregnant women, treated at the primary care health level of Salta´s city, Argentina

 

ME Couceiro, V Singh, MS Valdiviezo, M Tejerina, MC Zimmer

 

Instituto de Investigaciones en Evaluación Nutricional de Poblaciones (IIENPo). Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Nacional de Salta. Av. Bolivia 5150.

 

Autor para correspondencia: M.E. Couceiro. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Nacional de Salta. Avenida Bolivia 5150 (4400) Salta Capital. República Argentina.

monicacouceiro@yahoo.com.ar

 

Palabras clave: Percepción de la seguridad alimentaria familiar, embarazo,

 

Key words: Family food security level, pregnancy.

 

Resumen

Con el objeto de evaluar el nivel de seguridad alimentaria familiar percibida por mujeres embarazadas atendidas en el primer nivel de Atención, del Sistema de Salud de la ciudad de Salta, en el norte de Argentina, y su relación con la edad y algunos factores contextuales de las mismas, se realizó un estudio epidemiológico descriptivo, transversal y correlacional sobre 278 mujeres embarazadas atendidas en estos servicios, seleccionadas por muestreo de casos consecutivos. Se aplicó un cuestionario por medio de entrevista personal con cada embarazada, donde se recogieron datos relativos a edad, nivel de instrucción, situación de pareja,  situación ocupacional, ingresos, gastos en alimentos, y la escala ELCSA (Escala latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria). Los resultados mostraron que más del 50% de las embarazadas manifestaron sufrir algún grado de inseguridad alimentaria; la mayoría de forma leve, pero un 7,5 % de forma moderada/grave. 96% de las que expresaron sufrir algún grado de inseguridad alimentaria, manifestaron falta de dinero para compra de alimentos requeridos para la familia. Mitad de ellas, expresaron que algún adulto se acuesta con hambre y más del 60% se ven obligados a comprar menor cantidad de alimentos que la acostumbrada. La menor compra de alimentos, y acostarse con hambre estuvieron estadísticamente relacionados con la mayor severidad de la inseguridad alimentaria percibida por las embarazadas, en ambos casos con una p=0,00. La percepción de inseguridad alimentaria fue independiente de la edad de las mujeres p=0,07 y de su situación de pareja p=0,26, pero sí estuvo asociada con un nivel educativo inadecuado p=0,001. Los ingresos familiares y gastos per cápita en alimentos fueron significativamente mayores en aquellas familias que se asumen con seguridad alimentaria p=0,00. Los menores ingresos y el bajo nivel educativo condicionan negativamente la seguridad alimentaria de las familias.

 

Abstract

In order to assess the level of perceived household food security, in pregnant women attended in the primary health care leve, of Salta´s city, in northern Argentina, and its relationship with age and some contextual factors, there was realized  an epidemiological, descriptive, transverse and correlational study over 278 pregnant women attending these services. The selected sample was composed of consecutive cases. A questionnaire was administrated by personal interview with each pregnant, collecting age, education level, partner status, occupational status, income, food expenditures, and ELCSA scale ( Latin American and Caribbean food security scale). The results showed that over 50% of pregnant women were suffering some degree of food insecurity; half of them slightly, but 7.5% of moderate/severe form. 96% of those who expressed suffer some degree of food insecurity, expressed lack of money to buy food for family requirements. Half of them expressed that some adult go to bed with hungry, and over 60% were forced to buy less food than usual. Lower food shopping, and going to bed hungry were statistically related to increased severity of food insecurity perceived by pregnant, both with p =0.00. Food insecurity perception was independent of women´s age p=0.07, and partner status p=0.26; but it was associated with their inadequate education level p=0.001. Family income and per capita food expenditures were significantly higher in those families who assumed themselves with food security p=0.00. Lower income and low education influenced negatively families food security.

 

Introducción

El hambre y la desnutrición generalmente van de la mano, pero no hay garantías de que la abundancia de alimentos erradique automáticamente la desnutrición. Ya que si bien fundamentalmente se encuentra en hogares pobres, también aparece en aquellos que a pesar de contar con una disponibilidad de alimentos suficientes, puede ocurrir una falla en la selección de los mismos.

Es indiscutiblemente uno de los problemas prevalentes de Salud Pública, fundamentalmente entre mujeres pobres y niños.

A pesar de la gran vulnerabilidad de las mujeres, estas se encuentran en una posición preferencial para mejorar la nutrición de sus hogares, ya sea porque producen o porque son las que se encargan de la selección y adquisición de los alimentos.

Sin embargo muchas veces por diferentes condicionantes de vulnerabilidad, estas se ven imposibilitadas, tanto de acceder a información nutricional como a los recursos necesarios para lograr la seguridad alimentaria en sus hogares (Polar et al, 2015).

 Muchos autores se preguntan si la ayuda alimentaria promueve la seguridad alimentaria, o si por el contrario conspira contra ella. Algunos dicen que generaría dependencia entre los beneficiarios ya que podría provocar que desatiendan su propia responsabilidad para alcanzar la seguridad alimentaria.

La ayuda alimentaria puede constituir una parte fundamental de una red de seguridad social que garantice el cumplimiento del derecho a la alimentación de la gente que es demasiado pobre o enferma para alcanzar la seguridad alimentaria por su propia cuenta.

La ayuda alimentaria puede colaborar mucho en situaciones de emergencia o hambre, aunque la mayor parte de las controversias con este tema se centran en la dependencia, los desincentivos para la producción y propia búsqueda del sustento, hechos todos vinculados con cuestiones políticas de gestión y administración.

La ayuda alimentaria nunca es suficiente por sí sola para lograr la seguridad alimentaria sostenida. Para ello se necesita la inversión en políticas públicas, que fundamentalmente atiendan al aumento del poder adquisitivo de la población, a partir de la generación de empleo genuino, para favorecer su acceso a los alimentos, y lograr un empoderamiento y ciudadanía dentro de la población (FAO, 2006).

En las sociedades en las que la disponibilidad de alimentos es escasa, el concepto de “seguridad alimentaria” está polarizado hacia la obtención de los productos necesarios para poder cubrir las necesidades cuantitativas de alimentos o, dicho de otra forma, para eludir las situaciones de hambre. En estas circunstancias la calidad de los alimentos es secundaria.

Desde finales de la década de los años setenta, cuando comenzó a utilizarse con regularidad el término SAN (Seguridad Alimentaria Nutricional), éste ha sufrido varias reformulaciones. La primera definición reseñable tuvo lugar en la Conferencia Mundial de la Alimentación de 1974, como “la disponibilidad en todo momento de suficientes suministros mundiales de alimentos básicos”.

El debate cambió gradualmente, transitando desde la disponibilidad general de alimentos hasta el acceso (derecho) del individuo a la alimentación. Consiguientemente, se constató que la SAN, aunque siga siendo un objetivo necesario, no es suficiente para erradicar el hambre.

Que un país aumente su disponibilidad de alimentos (vía producción o importación) no significa que las personas en condición de pobreza puedan acceder a ellos. El objetivo prioritario debe ser luchar contra las situaciones que excluyen y reprimen esas poblaciones, perpetuando su condición de escasos recursos, para garantizar a todas las familias y personas un acceso efectivo al alimento.

De este modo, en la primera mitad de los 80 surgió el concepto SAF (Seguridad Alimentaría Familiar) cuyo nombre en inglés es household food security, concepto dominante desde entonces en los debates teóricos y progresivamente asumido por círculos académicos y por diferentes organismos internacionales, como la FAO, el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas y el Banco Mundial.

La actual definición de SAN, acordada durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, es heredera de todas las discusiones anteriormente reseñadas: “Se dice que existe seguridad alimentaría cuando todas las personas tienen en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarías y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”.

El término soberanía alimentaria comenzó a ser utilizado cada vez más desde mediados de la década de los años 90s. Es un término que resume varios enfoques particulares para abordar los problemas del hambre y la desnutrición, cuyo núcleo central se identifica en el fomento del desarrollo rural, a partir de la producción local y nacional, respetando la diversidad productiva y cultural.

Tiene como principio la estimulación al desarrollo de modelos alternativos de producción, de distribución y de consumo basados en una lógica nueva, diferente de la del neoliberalismo, que por su parte otorga un papel principal a los mercados y a la liberalización del comercio y que entiende que solo los mercados internacionales pueden resolver la cuestión de la inseguridad alimentaria.

La soberanía alimentaria se vincula con la capacidad de un país o una comunidad de auto-abastecerse,  mediante un control autónomo del proceso productivo. Y se refiere, por tanto, al derecho de las comunidades, países o uniones de Estados a definir su política agraria y alimentaria sin dumping (práctica desleal del comercio internacional consistente en introducir un producto en el mercado de otro país a un precio inferior a su valor en el país de origen, en el curso de operaciones comerciales normales).

Incluye, por ejemplo, políticas de acceso a la tierra y al crédito para los pequeños agricultores. Pero también incluye las reglas comerciales internacionales. Actualmente el sistema de comercio internacional reproduce permanentemente la desigualdad entre países ricos y pobres a través de barreras arancelarias y no arancelarias y políticas de subsidios de los países más ricos.

En concordancia con esta realidad, los países que están en peor situación en el área de la seguridad alimentaria, son también los que presentan dificultades en el resto de las áreas del desarrollo.

Durante la última mitad del siglo XX la alimentación ha cobrado un sentido nuevo, pues coexisten situaciones de escasez, con sobreabundancia de disponibilidad de alimentos en algunas sociedades, lo que conlleva la necesidad de nuevas formas de estudios de hábitos y comportamientos, como así también cambios en las percepciones de lo que significa comer bien.

Sin embargo en sociedades como las nuestras coexisten grupos de población en los que la inseguridad alimentaria asociada a la falta de comida aún sigue siendo un problema a resolver  (Cantarero, 2012)

La situación de hambre de muchos pueblos del mundo hace que el derecho humano más elemental contenido en la Declaración Universal, el derecho a alimentarse, se transforme en esos países en letra muerta.

Las políticas de ajuste estructural promovidas por los organismos multilaterales y aplicadas por el gobierno argentino desde la década de los años 90, han tenido efectos desastrosos para el disfrute de los derechos económicos y sociales de gran parte de la población.

El desempleo y la precarización laboral conspiran con esta situación. A nivel mundial, el panorama es también preocupante.

Si bien la aplicación del conocimiento científico a la agricultura llevó a sorprendentes resultados en el siglo XX, permitiendo triplicar la producción de cereales, la población mundial continúo creciendo y se prevé para el año 2050 que alcance los 9000 millones. Esto obliga a pensar en nuevos caminos para aumentar la producción preservando la biodiversidad y los hábitats naturales.

El derecho a la alimentación es un derecho inalienable, imprescriptible, inmediatamente aplicable, operativo. No existe una ley para ponerlo en práctica. Es un derecho multidimensional, cuya realización depende de muchos factores. 

En una situación normal, para la mayoría de las personas, el derecho a la alimentación se hace realidad fundamentalmente gracias a sus propios esfuerzos, mediante la producción o adquisición de los alimentos que necesitan. Ello requiere el acceso a la tierra, y a otros recursos productivos y a un empleo remunerado.

Algunas personas no pueden mantenerse por sí mismas, por razones que escapan de su control, como el desempleo, la edad, la enfermedad, la discapacidad, catástrofes, etc.  En estos casos su derecho a la alimentación depende de la transferencia de alimentos o de efectivo, de sus familias, comunidades, países u organizaciones de ayuda.

Este derecho a la alimentación está vinculado a otros derechos humanos, desde los de la propiedad y el acceso a la justicia, al derecho al trabajo y a la información y la educación.

En Argentina, no hay problemas referidos a escasez de alimentos para satisfacer la alimentación, ya que se produce en cantidades necesarias. Los problemas residen en la disponibilidad de medios económicos para acceder a los mismos. Por lo que el estado, a fin de intentar realizar el cumplimientos de sus finalidad propias y honrar sus compromisos, lleva a cabo en sus políticas públicas, diferentes planes o programas sociales, que se dirigen a satisfacer el bienestar general, en lo que hace a la finalidad última de la constitución del Estado mismo. Sobre todo, buscan realizar un aporte a las necesidades alimentarias del hogar, fomentar mecanismos de asistencia y promoción que privilegien el ámbito familiar y el fortalecimiento de redes solidarias en la comunidad, que permitan ampliar el capital social brindando alternativas productivas para el fortalecimiento de la seguridad alimentaria familiar (Victoria, 2008).

La medición de algunos conceptos multidimensionales, como lo es la seguridad alimentaria tanto a niveles individuales como hogareños, así como contextualizados en el hogar, o bien en regiones o países, presenta desafíos aún no superados (Herran et al, 2010).

La capacidad de compra de alimentos (accesibilidad económica) o el acceso físico a los mismos (presencia de mercados), es una variable muy ligada a individuos y hogares para establecer si existe riesgo de inseguridad alimentaria (Pelletier et al, 2003). Se ha relacionado la inseguridad alimentaria en el hogar con varios resultados en materia de salud y nutrición, tanto en los países desarrollados como en desarrollo. Al incidir negativamente en el consumo de alimentos, ya sea a través de una menor calidad o cantidad de éstos, la inseguridad alimentaria en el hogar presenta la probabilidad de empeorar la situación nutricional existente (Gundersen et al, 2009)

Existen diversas herramientas que se utilizan comúnmente para medir la seguridad alimentaria en el ámbito del hogar, las cuales buscan captar la experiencia de la inseguridad alimentaria a través de la gestión de una serie de preguntas sobre diferentes ámbitos de la misma.

Habitualmente investigan sobre los encuestados, asuntos relacionados con la incertidumbre o la ansiedad en torno al suministro de alimentos, sus experiencias al quedarse sin éstos, su percepciones acerca de la cantidad o la calidad insuficiente de los alimentos, las reducciones o los ajustes divulgados sobre su ingestión normal (lo que incluye la sustitución de una cantidad menor y más barata de alimentos) y las consecuencias afines, tales como la sensación física de sentir hambre o la pérdida de peso (Bickel et al, 2000).

Las respuestas a las preguntas se utilizan para crear un “puntaje” numérico continuo sobre la inseguridad alimentaria, el cual posteriormente puede compararse para establecer los valores límites (del punto de corte) para categorizar el nivel de inseguridad alimentaria experimentada en los hogares.

Algunos de estos instrumentos son: la Escala del Componente de Acceso de la Inseguridad Alimentaria en el Hogar (HFIAS, por sus siglas en inglés) y la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA), la cual está muy difundida entre América Latina, siendo aplicada en diferentes países de la región (Instituto Nacional de Salud Pública, 2010).

 

Objetivos

Evaluar el nivel de seguridad alimentaria familiar percibida por mujeres embarazadas atendidas en el primer nivel de Atención, del Sistema de Salud de la ciudad de Salta, Argentina.

Analizar la relación de la seguridad alimentaria percibida, con la edad y factores contextuales de las embarazadas.

 

Metodología

Se realizó un estudio epidemiológico transversal y correlacional sobre 278 mujeres embarazadas atendidas en servicios del Primer Nivel de Atención de Salta capital, al norte de la República Argentina, seleccionadas por muestreo de casos consecutivos.

Se aplicó un cuestionario por medio de entrevista personal con cada embarazada, donde se recogieron datos de orden biológico y socioeconómico, y por último se aplicó a cada una la escala ELCSA (Escala latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria).

Las variables estudiadas fueron edad, nivel de instrucción, situación de pareja,  situación ocupacional, ingresos, gastos en alimentos, y la escala ELCSA.

 

Resultados

Se estudiaron 278 embarazadas en 12 servicios del Primer Nivel de Atención. En la tabla siguiente puede observarse la percepción que cada una de ellas expresó tener sobre su seguridad alimentaria familiar. Más del 50 % de las embarazadas manifestaron sufrir algún grado de inseguridad alimentaria, 50 % de forma leve, pero un 7,5 % de forma moderada/grave.

 

 

N

%

Grave

3

1,1

Moderada

18

6,5

Leve

139

50,0

Con seguridad alimentaria

118

42,4

TOTAL

278

100

Tabla 1. Nivel de seguridad alimentaria familiar expresado por embarazadas entrevistadas. Salta. 2014/2015

Table 1. Food Security level, expressed by interviewed pregnant women. Salta. 2014/2015

 

Con respecto a la situación ocupacional de las embarazadas, es de destacar que solo trabaja el 24%, principalmente en empleos poco calificados como servicio doméstico, empleadas de comercio en condiciones de trabajo no registrado y emprendimientos personales relacionados tanto con la preparación y venta callejera de alimentos, como con trabajos de costura. Llama la atención que del total de mujeres desocupadas, solo el 19% busca trabajo. Al relacionar la situación ocupacional, con la percepción de inseguridad alimentaria, puede observarse en la tabla siguiente, que si bien en las mujeres ocupadas, aumenta la proporción de familias con seguridad, y disminuyen aquellas con inseguridad moderada o grave, no se pudo demostrar estadísticamente que ambas variables estuviesen relacionadas p= 0,34

 

Situación ocupacional de las mujeres

Inseguridad alimentaria

Total

Moderada/grave

Leve

Sin inseguridad

No ocupada, pero SI busca trabajo

N

5

21

14

40

%

12,5

52,5

35,0

100

No ocupada, pero NO busca trabajo

N

12

89

69

170

%

7,1

52,4

40,6

100

Ocupada

N

4

29

35

68

%

5,9

2,6

51,5

100

Total

N

21

139

118

278

%

7,6

50,0

42,4

100

Tabla 2. Relación entre situación ocupacional de las embarazadas y percepción de la inseguridad alimentaria.

Table 2. Relationship between pregnant women occupational status, and food insecurity perception.

 

Del total de preguntas que incluye la ELCSA (Escala latinoamericana y caribeña de inseguridad alimentaria) pueden considerarse tres grandes aspectos:

- Falta de dinero para la compra de alimentos

- Consumir menor cantidad de alimentos

- Acostarse con sensación de hambre

En la tabla número 3 puede observarse que el 96% de las embarazadas que expresaron sufrir algún grado de inseguridad alimentaria, manifestaron la falta de dinero para la compra de alimentos requeridos para la familia. Puede observarse que mientras casi el 14 % de ellos manifestaron sufrir inseguridad moderada o grave, esta situación no ocurrió en ninguno de los hogares donde no sienten que falta el dinero necesario, estando todos ellos (con inseguridad leve). Al aplicar el test exacto de Fisher no se encontraron diferencias significativas entre la falta de dinero para la compra de alimentos y la percepción de inseguridad alimentaria p = 0,375.

 

Falta dinero para

compra de alimentos

Gravedad de la inseguridad

Moderada y grave

Leve

TOTAL

 

SI

N

21

133

154

%

13,6

86,4

100

NO

N

0

6

6

%

0

100

100

TOTAL

N

21

139

160

%

13,2

86,8

100

Tabla 3. Presencia de falta de dinero para la compra de alimentos según inseguridad alimentaria percibida.

Table 3. Lack of money to buy food, according to perceived food insecurity.

 

En la tabla 4 se analiza la severidad de la inseguridad percibida, y la existencia de personas que se acuestan con hambre. Puede observarse que el 22,6% de los que se acuestan con hambre manifiestan sufrir una inseguridad más severa, mientras que solo manifiestan esta severidad el 2,6% de los que no se acuestan con hambre. Al aplicar el test exacto de Fisher, puede observarse que existen diferencias significativas entre la severidad de la inseguridad percibida y la existencia de personas que se acuestan con hambre.

En la tabla 5 se analiza la relación entre la severidad de la inseguridad percibida y la compra de menor cantidad de alimentos que la usual. En ella puede observarse que el 21,4% de las familias que se ven obligadas a comprar menor cantidad de alimentos que la habitual sufren una inseguridad más severa, mientras que todos los que pueden comprar la misma cantidad de alimentos a la que están acostumbrados solo manifiestan sufrir una inseguridad leve. Al aplicar el test exacto de Fisher, puede observarse que existen diferencias significativas entre la severidad de la inseguridad percibida y la cantidad de alimentos comprada.

Al analizar la percepción de la inseguridad alimentaria según edad de las embarazadas, pudo observarse que dicha percepción fue independiente de la edad de las embarazadas p= 0,07 (tabla 6).

Al analizar la percepción de la seguridad alimentaria según el nivel educativo de las embarazadas, puede observarse que ambas variables están relacionadas estadísticamente, ya que las mujeres con un nivel de instrucción adecuado en su mayor proporción se perciben con seguridad (Tabla 7).

 

Se acuestan con hambre

Gravedad de la inseguridad

Moderada y grave

Leve

TOTAL

 

SI

N

19

65

84

%

22,6

77,4

100

NO

N

2

74

76

%

2,6

97,4

100

TOTAL

N

21

139

160

%

13,1

86,9

100

Tabla 4. Presencia de personas en la familia que se acuestan con hambre, según intensidad de la inseguridad alimentaria percibida. Test de Fisher=13,892 p= 0,000

Table 4. Presence of members in the family who go to bed with hungry, according to the perceived intensity of food insecurity. Fisher test=13.892 p= 0.000

 

Compran menor

cantidad de comida

Gravedad de la inseguridad

Moderada y grave

Leve

TOTAL

 

SI

N

21

77

98

%

21,4

78,6

100

NO

N

-

62

62

%

-

100

100

TOTAL

N

21

139

160

%

13,1

86,9

100

Tabla 5. Presencia de familias que pueden comprar menor cantidad de alimentos que la usual, según intensidad de la inseguridad alimentaria percibida. Test de Fisher= 15,197 p= 0,000

Table 5.  Presence of families who buy less food than usual, according to the perceived intensity of food insecurity. Fisher test= 15.197 p= 0.000

 

Edad

Nivel de seguridad alimentaria

 

 

Inseguridad grave

Inseguridad moderada

Inseguridad leve

Con seguridad alimentaria

Total

Adolescentes

N

-

4

28

19

51

%

-

7,8

54,9

37,3

100

Añosas

N

-

3

16

3

22

%

-

13,6

72,7

13,6

100

Edad sin riesgo reproductivo

N

3

11

95

96

205

%

1,5

5,4

46,3

46,8

100

Total

N

3

18

139

118

278

%

1,1

6,5

50,0

42,4

100

Tabla 6. Inseguridad alimentaria percibida según edad de las embarazadas.

Table 6. Food insecurity, according to pregnant women´s age.

 

Nivel educativo

Nivel de seguridad alimentaria

 

 

Inseguridad grave

Inseguridad moderada

Inseguridad leve

Con seguridad alimentaria

Total

Inadecuado

N

2

14

63

38

117

%

1,7

12,0

53,8

32,5

100

Adecuado

N

1

4

76

80

161

%

0,6

2,5

47,2

49,7

100

Total

N

3

18

139

118

278

%

1,1

6,5

50,0

42,4

100

Tabla 7. Inseguridad alimentaria percibida según nivel de instrucción de las mujeres. = 15,48 p= 0,001

Table 7. Food insecurity perception, according women´s instruction level. = 15.48 p= 0.001

 

Si esta situación se analiza desde la gravedad de la inseguridad alimentaria percibida, se puede observar en la tabla 8 que la mayor proporción de embarazadas con inseguridad moderada y grave se encuentra entre aquellas con nivel de instrucción inadecuado, con diferencias estadísticamente significativas.

Es superior la proporción de familias que consumen menos comida que la habitual en los hogares donde las embarazadas tienen un nivel educativo inadecuado, siendo estas diferencias estadísticamente significativas (Tabla 9).

Del mismo modo, es mayor la proporción de familias que se acuestan con hambre en los hogares donde las embarazadas tienen un nivel de instrucción inadecuado con diferencias estadísticamente significativas (Tabla 10).

 

Nivel de instrucción

Gravedad de la inseguridad

Moderada y grave

Leve

TOTAL

 

Inadecuado

N

16

63

79

%

20,3

79,7

100

Adecuado

N

5

76

81

%

6,2

93,8

100

TOTAL

N

21

139

160

%

13,1

86,9

100

Tabla 8. Gravedad de la inseguridad alimentaria percibida según nivel de instrucción de las embarazadas.   = 6,95 p= 0,008

Table 8. Severity of food insecurity perception, according pregnant women´s instruction level.    = 6.95 p= 0.008

 

Nivel de instrucción

Consumen menos comida de la habitual

Si

No

Total

Inadecuado

N

49

68

117

%

41,9

58,1

100

Adecuado

N

49

112

161

%

30,4

69,6

100

Total

N

98

180

278

%

35,3

64,7

100

Tabla 9. Disminución de comida en las familias, según nivel de instrucción de las embarazadas.    = 3,89 p= 0,05

Table 9. Decreased families food, according pregnant women´s instruction level.    = 3.89 p= 0.05

 

Nivel de instrucción

Algún miembro se acuesta con hambre

Si

No

Total

Inadecuado

N

49

68

117

%

41,9

58,1

100

Adecuado

N

35

126

161

%

21,7

78,3

100

Total

N

84

194

278

%

30,2

69,8

100

Tabla 10. Distribución de familias en las que algún miembro se acuesta con hambre, según nivel de instrucción de las embarazadas.  = 13,04 p= 0,000

Table 10. Distribution of families in which any member go to bed with hungry,  according pregnant women´s instruction level.    = 13.04 p= 0.000

 

Al analizar la percepción de la inseguridad alimentaria en función de la situación de pareja de las embarazadas (Tabla 11), puede observarse que ambas variables fueron independientes p= 0,26.

Analizando la relación entre la situación de pareja y: la falta de dinero; comprar menos comida y acostarse con hambre, todas fueron independientes (p=0,08, p=0,79 y p=0,69 respectivamente).

En la tabla 12 se observan las medias tanto de ingresos familiares, como per cápita y de gastos per cápita en alimentos, según la percepción de inseguridad alimentaria.

En todos los casos las medias fueron significativamente diferentes, para ingresos familiares (t= 3,68 p= 0,000), para ingresos per cápita (t= 4,56 p=0,000) y para gastos per cápita diario en alimentos (t= 3,94 p=0,000).

Por lo que las familias con inseguridad alimentaria tuvieron menores ingresos totales, más bajos ingresos per cápita, y gastaron en promedio menos dinero por persona para la compra de alimentos.

 

 

Nivel de seguridad alimentaria

Situación

de pareja

 

Inseguridad grave

Inseguridad moderada

Inseguridad leve

Con seguridad alimentaria

Total

Mujer sola

N

1

9

46

32

88

%

1,1

10,2

52,3

36,4

100

Mujer en pareja

N

2

9

93

86

190

%

1,1

4,7

48,9

45,3

100

Total

N

3

18

139

118

278

%

1,1

6,5

50,0

42,4

100

Tabla 11. Proporción de familias en las que algún miembro se acuesta con hambre, según situación de pareja de las embarazadas.

Table 11. Proportion of families in which one member go bed with hungry, according pregnant women´s relationship status

 

Variables

Inseguridad alimentaria

Media

Desviación típica

Ingresos familiares

Presente

4360,66

2721,199

Ausente

5717,43

3326,647

Ingresos per cápita

Presente

904,0106

654,59577

Ausente

1374,6065

1034,93378

Gasto per cápita en alimentos

Presente

15,2739

10,68714

Ausente

20,8110

12,49720

Tabla 12. Medias y desvíos de ingresos generales, per capita y de gastos per capita en alimentos de familias con y sin inseguridad alimentaria

Table 12. Means and deviations of families incomes, per capita incomes, and per capita food expenditure, among families, with or without food insecurity.

 

Conclusiones

El 58% de las mujeres encuestadas se percibieron con algún grado de inseguridad alimentaria, siendo esta percepción independiente de su edad y de su situación de pareja, pero sí estando estadísticamente relacionada con su nivel educativo. Por lo que las mujeres con mejor nivel de instrucción manifestaron percibir a sus familias con mejores niveles de seguridad alimentaria. 

La mayor severidad de insuficiencia alimentaria se vio relacionada a la menor compra de alimentos para satisfacer las necesidades de las familias, así como a la existencia de adultos que se acuestan con hambre.

Los promedios de ingresos familiares, per cápita y los gastos per cápita en alimentos, fueron significativamente menores en aquellas familias con inseguridad alimentaria.

Es indiscutible que las condiciones sociales y económicas condicionan negativamente la inseguridad alimentaria de la población. Esto está ampliamente desarrollado en la bibliografía científica vinculada al tema, por lo tanto resulta interesante y de destacar la escasa proporción de mujeres gestantes que trabajan, como así también el bajo porcentaje que se preocupa por la búsqueda de trabajo.

La gran mayoría de las mujeres que no trabajaban, no manifestaron que esta desocupación estuviese vinculada a la falta de oferta laboral, sino al hecho voluntario de no buscar trabajo debido a su situación de gravidez.

Por lo tanto, es fundamental que los servicios de salud se esfuercen en alcanzar un control prenatal precoz, a partir de la búsqueda activa de las mujeres embarazadas en la población, teniendo en cuenta que son un grupo de riesgo a ser controlado de manera precoz, oportuna y completa, con el objeto de minimizar los potenciales riesgos en este grupo de población así como, en su consecuente producto de la concepción.

Por otra parte, la vinculación de la inseguridad alimentaria con el nivel educativo de las embarazadas, invita a la formulación de políticas públicas tendientes a mejorar el nivel educativo de las mujeres, propendiendo a la mayor escolarización de las niñas y a su retención por el sistema educativo formal.

De esta manera se tendería a empoderar a las mujeres, preparándolas desde la niñez y el comienzo de su etapa reproductiva, dándoles elementos que les permitan reconocer la posibilidad de una vida mejor insertándose en el mundo laboral, dándose cumplimiento además a uno de los objetivos de desarrollo del milenio, el cual tiene y tendrá siempre un enorme impacto en toda la sociedad.

 

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