Couceiro, M.E., Singh, V.,
Valdiviezo, M.S., Tejerina, M., Zimmer, M.C., 2015. Inseguridad alimentaria
familiar percibida por mujeres embarazadas, atendidas en el primer nivel de
atención de la ciudad de Salta, Argentina. Antropo, 34, 13-22. www.didac.ehu.es/antropo
Inseguridad alimentaria familiar
percibida por mujeres embarazadas, atendidas en el primer nivel de atención de
la ciudad de Salta, Argentina
Household food insecurity perceived by
pregnant women, treated at the primary care health level of Salta´s city,
Argentina
ME
Couceiro, V Singh, MS Valdiviezo, M Tejerina, MC Zimmer
Instituto de
Investigaciones en Evaluación Nutricional de Poblaciones (IIENPo). Facultad de
Ciencias de la Salud. Universidad Nacional de Salta. Av. Bolivia 5150.
Autor para correspondencia: M.E. Couceiro.
Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Nacional de Salta. Avenida
Bolivia 5150 (4400) Salta Capital. República Argentina.
Palabras clave: Percepción de la
seguridad alimentaria familiar, embarazo,
Key
words: Family food security level, pregnancy.
Resumen
Con el objeto de evaluar el nivel de seguridad alimentaria
familiar percibida por mujeres embarazadas atendidas en el primer nivel de
Atención, del Sistema de Salud de la ciudad de Salta, en el norte de Argentina,
y su relación con la edad y algunos factores contextuales de las mismas, se
realizó un estudio epidemiológico descriptivo, transversal y correlacional
sobre 278 mujeres embarazadas atendidas en estos servicios, seleccionadas por
muestreo de casos consecutivos. Se aplicó un cuestionario por medio de
entrevista personal con cada embarazada, donde se recogieron datos relativos a edad,
nivel de instrucción, situación de pareja,
situación ocupacional, ingresos, gastos en alimentos, y la escala ELCSA (Escala
latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria). Los resultados mostraron
que más del 50% de las embarazadas manifestaron sufrir algún grado de
inseguridad alimentaria; la mayoría de forma leve, pero un 7,5 % de forma
moderada/grave. 96% de las que expresaron sufrir algún grado de inseguridad
alimentaria, manifestaron falta de dinero para compra de alimentos requeridos
para la familia. Mitad de ellas, expresaron que algún adulto se acuesta con
hambre y más del 60% se ven obligados a comprar menor cantidad de alimentos que
la acostumbrada. La menor compra de alimentos, y acostarse con hambre
estuvieron estadísticamente relacionados con la mayor severidad de la
inseguridad alimentaria percibida por las embarazadas, en ambos casos con una
p=0,00. La percepción de inseguridad alimentaria fue independiente de la edad
de las mujeres p=0,07 y de su situación de pareja p=0,26, pero sí estuvo
asociada con un nivel educativo inadecuado p=0,001. Los ingresos familiares y
gastos per cápita en alimentos fueron significativamente mayores en aquellas
familias que se asumen con seguridad alimentaria p=0,00. Los menores ingresos y
el bajo nivel educativo condicionan negativamente la seguridad alimentaria de
las familias.
Abstract
In order to assess the level of
perceived household food security, in pregnant women attended in the primary
health care leve, of Salta´s city, in northern Argentina, and its relationship
with age and some contextual factors, there was realized an epidemiological, descriptive, transverse
and correlational study over 278 pregnant women attending these services. The
selected sample was composed of consecutive cases. A questionnaire was
administrated by personal interview with each pregnant, collecting age,
education level, partner status, occupational status, income, food
expenditures, and ELCSA scale ( Latin American and Caribbean food security
scale). The results showed that over 50% of pregnant women were suffering some
degree of food insecurity; half of them slightly, but 7.5% of moderate/severe
form. 96% of those who expressed suffer some degree of food insecurity,
expressed lack of money to buy food for family requirements. Half of them
expressed that some adult go to bed with hungry, and over 60% were forced to
buy less food than usual. Lower food shopping, and going to bed hungry were statistically
related to increased severity of food insecurity perceived by pregnant, both
with p =0.00. Food insecurity perception was independent of women´s age p=0.07,
and partner status p=0.26; but it was associated with their inadequate
education level p=0.001. Family income and per capita food expenditures were
significantly higher in those families who assumed themselves with food
security p=0.00. Lower income and low education influenced negatively families
food security.
Introducción
El hambre y la desnutrición generalmente van de la mano,
pero no hay garantías de que la abundancia de alimentos erradique
automáticamente la desnutrición. Ya que si bien fundamentalmente se encuentra
en hogares pobres, también aparece en aquellos que a pesar de contar con una
disponibilidad de alimentos suficientes, puede ocurrir una falla en la
selección de los mismos.
Es indiscutiblemente uno de los problemas prevalentes de
Salud Pública, fundamentalmente entre mujeres pobres y niños.
A pesar de la gran vulnerabilidad de las mujeres, estas se
encuentran en una posición preferencial para mejorar la nutrición de sus
hogares, ya sea porque producen o porque son las que se encargan de la
selección y adquisición de los alimentos.
Sin embargo muchas veces por diferentes condicionantes de
vulnerabilidad, estas se ven imposibilitadas, tanto de acceder a información
nutricional como a los recursos necesarios para lograr la seguridad alimentaria
en sus hogares (Polar et al, 2015).
Muchos autores se
preguntan si la ayuda alimentaria promueve la seguridad alimentaria, o si por
el contrario conspira contra ella. Algunos dicen que generaría dependencia entre
los beneficiarios ya que podría provocar que desatiendan su propia
responsabilidad para alcanzar la seguridad alimentaria.
La ayuda alimentaria puede constituir una parte fundamental
de una red de seguridad social que garantice el cumplimiento del derecho a la
alimentación de la gente que es demasiado pobre o enferma para alcanzar la
seguridad alimentaria por su propia cuenta.
La ayuda alimentaria puede colaborar mucho en situaciones de
emergencia o hambre, aunque la mayor parte de las controversias con este tema
se centran en la dependencia, los desincentivos para la producción y propia
búsqueda del sustento, hechos todos vinculados con cuestiones políticas de
gestión y administración.
La ayuda alimentaria nunca es suficiente por sí sola para
lograr la seguridad alimentaria sostenida. Para ello se necesita la inversión
en políticas públicas, que fundamentalmente atiendan al aumento del poder
adquisitivo de la población, a partir de la generación de empleo genuino, para
favorecer su acceso a los alimentos, y lograr un empoderamiento y ciudadanía
dentro de la población (FAO, 2006).
En las
sociedades en las que la disponibilidad de alimentos es escasa, el concepto de “seguridad alimentaria” está
polarizado hacia la obtención de los productos necesarios para poder cubrir las
necesidades cuantitativas de alimentos o, dicho de otra forma, para eludir las
situaciones de hambre. En estas circunstancias la calidad de los alimentos es
secundaria.
Desde finales de
la década de los años setenta, cuando comenzó a utilizarse con regularidad el
término SAN (Seguridad Alimentaria Nutricional), éste ha sufrido varias
reformulaciones. La primera definición reseñable tuvo lugar en la Conferencia
Mundial de la Alimentación de 1974, como “la disponibilidad en todo momento de
suficientes suministros mundiales de alimentos básicos”.
El debate cambió
gradualmente, transitando desde la disponibilidad general de alimentos hasta el
acceso (derecho) del individuo a la alimentación. Consiguientemente, se
constató que la SAN, aunque siga siendo un objetivo necesario, no es suficiente
para erradicar el hambre.
Que un país
aumente su disponibilidad de alimentos (vía producción o importación) no
significa que las personas en condición de pobreza puedan acceder a ellos. El
objetivo prioritario debe ser luchar contra las situaciones que excluyen y
reprimen esas poblaciones, perpetuando su condición de escasos recursos, para
garantizar a todas las familias y personas un acceso efectivo al alimento.
De este modo, en
la primera mitad de los 80 surgió el concepto SAF (Seguridad Alimentaría
Familiar) cuyo nombre en inglés es household food security, concepto dominante
desde entonces en los debates teóricos y progresivamente asumido por círculos
académicos y por diferentes organismos internacionales, como la FAO, el Consejo
Económico y Social de Naciones Unidas y el Banco Mundial.
La actual
definición de SAN, acordada durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de
1996, es heredera de todas las discusiones anteriormente reseñadas: “Se dice
que existe seguridad alimentaría cuando todas las personas tienen en todo
momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos
para satisfacer sus necesidades alimentarías y sus preferencias en cuanto a los
alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”.
El término
soberanía alimentaria comenzó a ser utilizado cada vez más desde mediados de la
década de los años 90s. Es un término que resume varios enfoques particulares
para abordar los problemas del hambre y la desnutrición, cuyo núcleo central se
identifica en el fomento del desarrollo rural, a partir de la producción local
y nacional, respetando la diversidad productiva y cultural.
Tiene como
principio la estimulación al desarrollo de modelos alternativos de producción,
de distribución y de consumo basados en una lógica nueva, diferente de la del
neoliberalismo, que por su parte otorga un papel principal a los mercados y a
la liberalización del comercio y que entiende que solo los mercados
internacionales pueden resolver la cuestión de la inseguridad alimentaria.
La soberanía
alimentaria se vincula con la capacidad de un país o una comunidad de
auto-abastecerse, mediante un control
autónomo del proceso productivo. Y se refiere, por tanto, al derecho de las
comunidades, países o uniones de Estados a definir su política agraria y
alimentaria sin dumping (práctica desleal del comercio internacional
consistente en introducir un producto en el mercado de otro país a un precio
inferior a su valor en el país de origen, en el curso de operaciones
comerciales normales).
Incluye, por
ejemplo, políticas de acceso a la tierra y al crédito para los pequeños
agricultores. Pero también incluye las reglas comerciales internacionales.
Actualmente el sistema de comercio internacional reproduce permanentemente la
desigualdad entre países ricos y pobres a través de barreras arancelarias y no
arancelarias y políticas de subsidios de los países más ricos.
En concordancia
con esta realidad, los países que están en peor situación en el área de la
seguridad alimentaria, son también los que presentan dificultades en el resto
de las áreas del desarrollo.
Durante la última mitad del siglo XX la alimentación ha
cobrado un sentido nuevo, pues coexisten situaciones de escasez, con
sobreabundancia de disponibilidad de alimentos en algunas sociedades, lo que
conlleva la necesidad de nuevas formas de estudios de hábitos y
comportamientos, como así también cambios en las percepciones de lo que
significa comer bien.
Sin embargo en sociedades como las nuestras coexisten grupos
de población en los que la inseguridad alimentaria asociada a la falta de
comida aún sigue siendo un problema a resolver
(Cantarero, 2012)
La situación de hambre de muchos pueblos del mundo hace que
el derecho humano más elemental contenido en la Declaración Universal, el
derecho a alimentarse, se transforme en esos países en letra muerta.
Las políticas de ajuste estructural promovidas por los
organismos multilaterales y aplicadas por el gobierno argentino desde la década
de los años 90, han tenido efectos desastrosos para el disfrute de los derechos
económicos y sociales de gran parte de la población.
El desempleo y la precarización laboral conspiran con esta
situación. A nivel mundial, el panorama es también preocupante.
Si bien la aplicación del conocimiento científico a la
agricultura llevó a sorprendentes resultados en el siglo XX, permitiendo
triplicar la producción de cereales, la población mundial continúo creciendo y
se prevé para el año 2050 que alcance los 9000 millones. Esto obliga a pensar
en nuevos caminos para aumentar la producción preservando la biodiversidad y
los hábitats naturales.
El derecho a la alimentación es un derecho inalienable,
imprescriptible, inmediatamente aplicable, operativo. No existe una ley para
ponerlo en práctica. Es un derecho multidimensional, cuya realización depende
de muchos factores.
En una situación normal, para la mayoría de las personas, el
derecho a la alimentación se hace realidad fundamentalmente gracias a sus
propios esfuerzos, mediante la producción o adquisición de los alimentos que
necesitan. Ello requiere el acceso a la tierra, y a otros recursos productivos
y a un empleo remunerado.
Algunas personas no pueden mantenerse por sí mismas, por razones
que escapan de su control, como el desempleo, la edad, la enfermedad, la
discapacidad, catástrofes, etc. En estos
casos su derecho a la alimentación depende de la transferencia de alimentos o
de efectivo, de sus familias, comunidades, países u organizaciones de ayuda.
Este derecho a la alimentación está vinculado a otros
derechos humanos, desde los de la propiedad y el acceso a la justicia, al
derecho al trabajo y a la información y la educación.
En Argentina, no hay problemas referidos a escasez de
alimentos para satisfacer la alimentación, ya que se produce en cantidades
necesarias. Los problemas residen en la disponibilidad de medios económicos
para acceder a los mismos. Por lo que el estado, a fin de intentar realizar el
cumplimientos de sus finalidad propias y honrar sus compromisos, lleva a cabo
en sus políticas públicas, diferentes planes o programas sociales, que se
dirigen a satisfacer el bienestar general, en lo que hace a la finalidad última
de la constitución del Estado mismo. Sobre todo, buscan realizar un aporte a
las necesidades alimentarias del hogar, fomentar mecanismos de asistencia y
promoción que privilegien el ámbito familiar y el fortalecimiento de redes
solidarias en la comunidad, que permitan ampliar el capital social brindando
alternativas productivas para el fortalecimiento de la seguridad alimentaria
familiar (Victoria, 2008).
La medición de algunos conceptos multidimensionales, como lo
es la seguridad alimentaria tanto a niveles individuales como hogareños, así
como contextualizados en el hogar, o bien en regiones o países, presenta
desafíos aún no superados (Herran et al,
2010).
La capacidad de compra de alimentos (accesibilidad
económica) o el acceso físico a los mismos (presencia de mercados), es una
variable muy ligada a individuos y hogares para establecer si existe riesgo de
inseguridad alimentaria (Pelletier et al,
2003). Se ha relacionado la inseguridad alimentaria en el hogar con varios
resultados en materia de salud y nutrición, tanto en los países desarrollados
como en desarrollo. Al incidir negativamente en el consumo de alimentos, ya sea
a través de una menor calidad o cantidad de éstos, la inseguridad alimentaria
en el hogar presenta la probabilidad de empeorar la situación nutricional
existente (Gundersen et al, 2009)
Existen diversas herramientas que se utilizan comúnmente
para medir la seguridad alimentaria en el ámbito del hogar, las cuales buscan
captar la experiencia de la inseguridad alimentaria a través de la gestión de
una serie de preguntas sobre diferentes ámbitos de la misma.
Habitualmente investigan sobre los encuestados, asuntos
relacionados con la incertidumbre o la ansiedad en torno al suministro de
alimentos, sus experiencias al quedarse sin éstos, su percepciones acerca de la
cantidad o la calidad insuficiente de los alimentos, las reducciones o los
ajustes divulgados sobre su ingestión normal (lo que incluye la sustitución de
una cantidad menor y más barata de alimentos) y las consecuencias afines, tales
como la sensación física de sentir hambre o la pérdida de peso (Bickel et al, 2000).
Las respuestas a las preguntas se utilizan para crear un
“puntaje” numérico continuo sobre la inseguridad alimentaria, el cual
posteriormente puede compararse para establecer los valores límites (del punto
de corte) para categorizar el nivel de inseguridad alimentaria experimentada en
los hogares.
Algunos de estos instrumentos son: la Escala del Componente
de Acceso de la Inseguridad Alimentaria en el Hogar (HFIAS, por sus siglas en
inglés) y la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA),
la cual está muy difundida entre América Latina, siendo aplicada en diferentes
países de la región (Instituto Nacional de Salud Pública, 2010).
Objetivos
Evaluar el nivel de seguridad alimentaria familiar percibida
por mujeres embarazadas atendidas en el primer nivel de Atención, del Sistema
de Salud de la ciudad de Salta, Argentina.
Analizar la relación de la seguridad alimentaria percibida,
con la edad y factores contextuales de las embarazadas.
Metodología
Se realizó un estudio epidemiológico transversal y
correlacional sobre 278 mujeres embarazadas atendidas en servicios del Primer
Nivel de Atención de Salta capital, al norte de la República Argentina, seleccionadas
por muestreo de casos consecutivos.
Se aplicó un cuestionario por medio de entrevista personal
con cada embarazada, donde se recogieron datos de orden biológico y
socioeconómico, y por último se aplicó a cada una la escala ELCSA (Escala
latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria).
Las variables estudiadas fueron edad, nivel de instrucción,
situación de pareja, situación
ocupacional, ingresos, gastos en alimentos, y la escala ELCSA.
Resultados
Se estudiaron 278 embarazadas en 12 servicios del Primer
Nivel de Atención. En la tabla siguiente puede observarse la percepción que
cada una de ellas expresó tener sobre su seguridad alimentaria familiar. Más
del 50 % de las embarazadas manifestaron sufrir algún grado de inseguridad
alimentaria, 50 % de forma leve, pero un 7,5 % de forma moderada/grave.
|
N |
% |
Grave |
3 |
1,1 |
Moderada |
18 |
6,5 |
Leve |
139 |
50,0 |
Con
seguridad alimentaria |
118 |
42,4 |
TOTAL |
278 |
100 |
Tabla 1. Nivel de seguridad
alimentaria familiar expresado por embarazadas entrevistadas. Salta. 2014/2015
Table 1. Food Security level,
expressed by interviewed pregnant women. Salta. 2014/2015
Con respecto a la situación ocupacional de las embarazadas,
es de destacar que solo trabaja el 24%, principalmente en empleos poco
calificados como servicio doméstico, empleadas de comercio en condiciones de
trabajo no registrado y emprendimientos personales relacionados tanto con la
preparación y venta callejera de alimentos, como con trabajos de costura. Llama
la atención que del total de mujeres desocupadas, solo el 19% busca trabajo. Al
relacionar la situación ocupacional, con la percepción de inseguridad
alimentaria, puede observarse en la tabla siguiente, que si bien en las mujeres
ocupadas, aumenta la proporción de familias con seguridad, y disminuyen
aquellas con inseguridad moderada o grave, no se pudo demostrar estadísticamente
que ambas variables estuviesen relacionadas p= 0,34
Situación
ocupacional de las mujeres |
Inseguridad
alimentaria |
Total |
|||
Moderada/grave |
Leve |
Sin inseguridad |
|||
No
ocupada, pero SI busca trabajo |
N |
5 |
21 |
14 |
40 |
% |
12,5 |
52,5 |
35,0 |
100 |
|
No
ocupada, pero NO busca trabajo |
N |
12 |
89 |
69 |
170 |
% |
7,1 |
52,4 |
40,6 |
100 |
|
Ocupada |
N |
4 |
29 |
35 |
68 |
% |
5,9 |
2,6 |
51,5 |
100 |
|
Total |
N |
21 |
139 |
118 |
278 |
% |
7,6 |
50,0 |
42,4 |
100 |
Tabla 2. Relación entre
situación ocupacional de las embarazadas y percepción de la inseguridad
alimentaria.
Table 2.
Relationship between pregnant women occupational status, and food insecurity perception.
Del
total de preguntas que incluye la ELCSA (Escala latinoamericana y caribeña de
inseguridad alimentaria) pueden considerarse tres grandes aspectos:
- Falta
de dinero para la compra de alimentos
- Consumir
menor cantidad de alimentos
- Acostarse
con sensación de hambre
En la tabla número 3 puede observarse que el 96% de las
embarazadas que expresaron sufrir algún grado de inseguridad alimentaria, manifestaron
la falta de dinero para la compra de alimentos requeridos para la familia. Puede
observarse que mientras casi el 14 % de ellos manifestaron sufrir inseguridad
moderada o grave, esta situación no ocurrió en ninguno de los hogares donde no
sienten que falta el dinero necesario, estando todos ellos (con inseguridad
leve). Al aplicar el test exacto de Fisher no se encontraron diferencias
significativas entre la falta de dinero para la compra de alimentos y la
percepción de inseguridad alimentaria p = 0,375.
Falta dinero para compra de alimentos |
Gravedad de la
inseguridad |
||||
Moderada y grave |
Leve |
TOTAL |
|||
|
SI |
N |
21 |
133 |
154 |
% |
13,6 |
86,4 |
100 |
||
NO |
N |
0 |
6 |
6 |
|
% |
0 |
100 |
100 |
||
TOTAL |
N |
21 |
139 |
160 |
|
% |
13,2 |
86,8 |
100 |
Tabla 3. Presencia de
falta de dinero para la compra de alimentos según inseguridad alimentaria
percibida.
Table 3. Lack of money to buy food, according to perceived food insecurity.
En la tabla 4 se
analiza la severidad de la inseguridad percibida, y la existencia de personas
que se acuestan con hambre. Puede observarse que el 22,6% de los que se
acuestan con hambre manifiestan sufrir una inseguridad más severa, mientras que
solo manifiestan esta severidad el 2,6% de los que no se acuestan con hambre.
Al aplicar el test exacto de Fisher, puede observarse que existen diferencias
significativas entre la severidad de la inseguridad percibida y la existencia
de personas que se acuestan con hambre.
En la tabla 5 se
analiza la relación entre la severidad de la inseguridad percibida y la compra
de menor cantidad de alimentos que la usual. En ella puede observarse que el
21,4% de las familias que se ven obligadas a comprar menor cantidad de
alimentos que la habitual sufren una inseguridad más severa, mientras que todos
los que pueden comprar la misma cantidad de alimentos a la que están acostumbrados
solo manifiestan sufrir una inseguridad leve. Al aplicar el test exacto de
Fisher, puede observarse que existen diferencias significativas entre la
severidad de la inseguridad percibida y la cantidad de alimentos comprada.
Al analizar la
percepción de la inseguridad alimentaria según edad de las embarazadas, pudo
observarse que dicha percepción fue independiente de la edad de las embarazadas
p= 0,07 (tabla 6).
Al analizar la
percepción de la seguridad alimentaria según el nivel educativo de las embarazadas,
puede observarse que ambas variables están relacionadas estadísticamente, ya
que las mujeres con un nivel de instrucción adecuado en su mayor proporción se
perciben con seguridad (Tabla 7).
Se acuestan con hambre |
Gravedad de la
inseguridad |
||||
Moderada y grave |
Leve |
TOTAL |
|||
|
SI |
N |
19 |
65 |
84 |
% |
22,6 |
77,4 |
100 |
||
NO |
N |
2 |
74 |
76 |
|
% |
2,6 |
97,4 |
100 |
||
TOTAL |
N |
21 |
139 |
160 |
|
% |
13,1 |
86,9 |
100 |
Tabla 4.
Presencia de personas en la familia que se acuestan con hambre, según
intensidad de la inseguridad alimentaria percibida. Test de Fisher=13,892 p=
0,000
Table 4. Presence of
members in the family who go to bed with hungry, according to the perceived
intensity of food insecurity. Fisher test=13.892 p= 0.000
Compran menor cantidad de comida |
Gravedad de la
inseguridad |
||||
Moderada y grave |
Leve |
TOTAL |
|||
|
SI |
N |
21 |
77 |
98 |
% |
21,4 |
78,6 |
100 |
||
NO |
N |
- |
62 |
62 |
|
% |
- |
100 |
100 |
||
TOTAL |
N |
21 |
139 |
160 |
|
% |
13,1 |
86,9 |
100 |
Tabla 5. Presencia de familias
que pueden comprar menor cantidad de alimentos que la usual, según intensidad
de la inseguridad alimentaria percibida. Test de Fisher= 15,197 p= 0,000
Table 5. Presence of families who buy
less food than usual, according to the perceived intensity of food insecurity. Fisher test= 15.197
p= 0.000
Edad |
Nivel
de seguridad alimentaria |
|||||
|
|
Inseguridad grave |
Inseguridad moderada |
Inseguridad leve |
Con seguridad alimentaria |
Total |
Adolescentes |
N |
- |
4 |
28 |
19 |
51 |
% |
- |
7,8 |
54,9 |
37,3 |
100 |
|
Añosas |
N |
- |
3 |
16 |
3 |
22 |
% |
- |
13,6 |
72,7 |
13,6 |
100 |
|
Edad
sin riesgo reproductivo |
N |
3 |
11 |
95 |
96 |
205 |
% |
1,5 |
5,4 |
46,3 |
46,8 |
100 |
|
Total |
N |
3 |
18 |
139 |
118 |
278 |
% |
1,1 |
6,5 |
50,0 |
42,4 |
100 |
Tabla 6. Inseguridad
alimentaria percibida según edad de las embarazadas.
Table 6. Food insecurity,
according to pregnant women´s age.
Nivel
educativo |
Nivel
de seguridad alimentaria |
|||||
|
|
Inseguridad grave |
Inseguridad moderada |
Inseguridad leve |
Con seguridad alimentaria |
Total |
Inadecuado |
N |
2 |
14 |
63 |
38 |
117 |
% |
1,7 |
12,0 |
53,8 |
32,5 |
100 |
|
Adecuado |
N |
1 |
4 |
76 |
80 |
161 |
% |
0,6 |
2,5 |
47,2 |
49,7 |
100 |
|
Total |
N |
3 |
18 |
139 |
118 |
278 |
% |
1,1 |
6,5 |
50,0 |
42,4 |
100 |
Tabla
7. Inseguridad alimentaria percibida según nivel de
instrucción de las mujeres. = 15,48 p= 0,001
Table 7. Food insecurity perception, according women´s instruction level. = 15.48 p= 0.001
Si esta situación se analiza desde la gravedad de la
inseguridad alimentaria percibida, se puede observar en la tabla 8 que la mayor
proporción de embarazadas con inseguridad moderada y grave se encuentra entre
aquellas con nivel de instrucción inadecuado, con diferencias estadísticamente
significativas.
Es superior la
proporción de familias que consumen menos comida que la habitual en los hogares
donde las embarazadas tienen un nivel educativo inadecuado, siendo estas
diferencias estadísticamente significativas (Tabla 9).
Del mismo modo,
es mayor la proporción de familias que se acuestan con hambre en los hogares
donde las embarazadas tienen un nivel de instrucción inadecuado con diferencias
estadísticamente significativas (Tabla 10).
Nivel de instrucción |
Gravedad de la
inseguridad |
||||
Moderada y grave |
Leve |
TOTAL |
|||
|
Inadecuado |
N |
16 |
63 |
79 |
% |
20,3 |
79,7 |
100 |
||
Adecuado |
N |
5 |
76 |
81 |
|
% |
6,2 |
93,8 |
100 |
||
TOTAL |
N |
21 |
139 |
160 |
|
% |
13,1 |
86,9 |
100 |
Tabla 8. Gravedad de la
inseguridad alimentaria percibida según nivel de instrucción de las
embarazadas. = 6,95 p= 0,008
Table 8. Severity of food insecurity perception, according pregnant women´s
instruction level. = 6.95 p= 0.008
Nivel de instrucción |
Consumen menos comida de la habitual |
|||
Si |
No |
Total |
||
Inadecuado |
N |
49 |
68 |
117 |
% |
41,9 |
58,1 |
100 |
|
Adecuado |
N |
49 |
112 |
161 |
% |
30,4 |
69,6 |
100 |
|
Total |
N |
98 |
180 |
278 |
% |
35,3 |
64,7 |
100 |
Tabla 9. Disminución de comida
en las familias, según nivel de instrucción de las embarazadas. = 3,89 p= 0,05
Table 9. Decreased families food, according pregnant women´s instruction level.
= 3.89 p= 0.05
Nivel de instrucción |
Algún miembro se acuesta con hambre |
|||
Si |
No |
Total |
||
Inadecuado |
N |
49 |
68 |
117 |
% |
41,9 |
58,1 |
100 |
|
Adecuado |
N |
35 |
126 |
161 |
% |
21,7 |
78,3 |
100 |
|
Total |
N |
84 |
194 |
278 |
% |
30,2 |
69,8 |
100 |
Tabla 10. Distribución de
familias en las que algún miembro se acuesta con hambre, según nivel de
instrucción de las embarazadas. = 13,04 p= 0,000
Table 10. Distribution of families in which any member go to bed with hungry, according pregnant women´s instruction level. = 13.04 p= 0.000
Al analizar la
percepción de la inseguridad alimentaria en función de la situación de pareja
de las embarazadas (Tabla 11), puede observarse que ambas variables fueron
independientes p= 0,26.
Analizando la
relación entre la situación de pareja y: la falta de dinero; comprar menos
comida y acostarse con hambre, todas fueron independientes (p=0,08, p=0,79 y p=0,69
respectivamente).
En la tabla 12
se observan las medias tanto de ingresos familiares, como per cápita y de
gastos per cápita en alimentos, según la percepción de inseguridad alimentaria.
En
todos los casos las medias fueron significativamente diferentes, para ingresos
familiares (t= 3,68 p= 0,000), para ingresos per cápita (t= 4,56 p=0,000) y
para gastos per cápita diario en alimentos (t= 3,94 p=0,000).
Por lo que las
familias con inseguridad alimentaria tuvieron menores ingresos totales, más
bajos ingresos per cápita, y gastaron en promedio menos dinero por persona para
la compra de alimentos.
|
Nivel
de seguridad alimentaria |
|||||
Situación de pareja |
|
Inseguridad grave |
Inseguridad moderada |
Inseguridad leve |
Con seguridad alimentaria |
Total |
Mujer
sola |
N |
1 |
9 |
46 |
32 |
88 |
% |
1,1 |
10,2 |
52,3 |
36,4 |
100 |
|
Mujer
en pareja |
N |
2 |
9 |
93 |
86 |
190 |
% |
1,1 |
4,7 |
48,9 |
45,3 |
100 |
|
Total |
N |
3 |
18 |
139 |
118 |
278 |
% |
1,1 |
6,5 |
50,0 |
42,4 |
100 |
Tabla 11. Proporción de familias
en las que algún miembro se acuesta con hambre, según situación de pareja de
las embarazadas.
Table 11. Proportion of families
in which one member go bed with hungry, according pregnant women´s relationship
status
Variables |
Inseguridad alimentaria |
Media |
Desviación típica |
Ingresos familiares |
Presente |
4360,66 |
2721,199 |
Ausente |
5717,43 |
3326,647 |
|
Ingresos per cápita |
Presente |
904,0106 |
654,59577 |
Ausente |
1374,6065 |
1034,93378 |
|
Gasto per cápita en alimentos |
Presente |
15,2739 |
10,68714 |
Ausente |
20,8110 |
12,49720 |
Tabla 12. Medias y desvíos de
ingresos generales, per capita y de gastos per capita en alimentos de familias
con y sin inseguridad alimentaria
Table 12. Means and deviations
of families incomes, per capita incomes, and per capita food expenditure, among
families, with or without food insecurity.
Conclusiones
El 58% de las
mujeres encuestadas se percibieron con algún grado de inseguridad alimentaria,
siendo esta percepción independiente de su edad y de su situación de pareja,
pero sí estando estadísticamente relacionada con su nivel educativo. Por lo que
las mujeres con mejor nivel de instrucción manifestaron percibir a sus familias
con mejores niveles de seguridad alimentaria.
La mayor
severidad de insuficiencia alimentaria se vio relacionada a la menor compra de
alimentos para satisfacer las necesidades de las familias, así como a la
existencia de adultos que se acuestan con hambre.
Los promedios de
ingresos familiares, per cápita y los gastos per cápita en alimentos, fueron
significativamente menores en aquellas familias con inseguridad alimentaria.
Es indiscutible
que las condiciones sociales y económicas condicionan negativamente la
inseguridad alimentaria de la población. Esto está ampliamente desarrollado en
la bibliografía científica vinculada al tema, por lo tanto resulta interesante
y de destacar la escasa proporción de mujeres gestantes que trabajan, como así
también el bajo porcentaje que se preocupa por la búsqueda de trabajo.
La gran mayoría
de las mujeres que no trabajaban, no manifestaron que esta desocupación
estuviese vinculada a la falta de oferta laboral, sino al hecho voluntario de
no buscar trabajo debido a su situación de gravidez.
Por lo tanto, es
fundamental que los servicios de salud se esfuercen en alcanzar un control
prenatal precoz, a partir de la búsqueda activa de las mujeres embarazadas en
la población, teniendo en cuenta que son un grupo de riesgo a ser controlado de
manera precoz, oportuna y completa, con el objeto de minimizar los potenciales
riesgos en este grupo de población así como, en su consecuente producto de la
concepción.
Por otra parte,
la vinculación de la inseguridad alimentaria con el nivel educativo de las embarazadas,
invita a la formulación de políticas públicas tendientes a mejorar el nivel
educativo de las mujeres, propendiendo a la mayor escolarización de las niñas y
a su retención por el sistema educativo formal.
De esta manera se
tendería a empoderar a las mujeres, preparándolas desde la niñez y el comienzo
de su etapa reproductiva, dándoles elementos que les permitan reconocer la
posibilidad de una vida mejor insertándose en el mundo laboral, dándose
cumplimiento además a uno de los objetivos de desarrollo del milenio, el cual
tiene y tendrá siempre un enorme impacto en toda la sociedad.
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Difusión Reuniones Científico Técnicas, año 7 número 7. Universidad Nacional de
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